4 de octubre de 2024, 05:30 h.
Durante el siglo XXI, las cocinas abiertas al salón han marcado una de las transformaciones más importantes en el diseño y la arquitectura de interiores. Esta tendencia, que promueve la integración de espacios y fomenta la convivencia, ha sido clave en las reformas de hogares en las últimas dos décadas. Sin embargo, está surgiendo una nueva preferencia: volver a separar la cocina del resto de la casa, en busca de mayor privacidad sin perder la sensación de amplitud.
Aunque las cocinas abiertas tienen ventajas, como el mejor aprovechamiento del espacio y una conexión fluida con el salón, también han surgido críticas. Los olores, el ruido y el desorden que puede generarse al cocinar son algunas de las preocupaciones crecientes entre los usuarios. Aunque los olores se pueden mitigar con una buena ventilación, muchos prefieren opciones que ofrezcan una separación sin renunciar al estilo moderno.
El auge de los cerramientos acristalados
Un ejemplo destacado de esta tendencia hacia la separación parcial es la reforma de la vivienda Atocha 3K en Madrid, realizada por Marta Miñarro, de Studio Lemon. En este proyecto, se optó por cerrar parcialmente la cocina con puertas acristaladas y un marco azul eléctrico. “Queríamos evitar que la cocina fuera lo primero que se viera al entrar en la casa”, explica Miñarro. Este cerramiento no solo permitió crear un pequeño vestíbulo, sino también mantener la conexión visual con el salón a través de una barra, ideal para un espacio pequeño que necesitaba una zona de comedor.
Este tipo de cerramientos acristalados se está popularizando cada vez más. Permiten la separación sin interrumpir la sensación de amplitud ni bloquear la luz natural. Según Miñarro, muchos de sus clientes prefieren mantener la cocina aislada, pero no completamente cerrada, logrando un equilibrio perfecto entre funcionalidad y diseño.
División visual y funcional
El estudio de interiorismo Nimú también ha seguido esta tendencia en una reforma realizada en el barrio de Argüelles, Madrid. La clienta quería una cocina conectada al salón, pero con una funcionalidad separada. El equipo de Nimú optó por un cerramiento acristalado que, a pesar de los diferentes estilos entre la cocina y el salón, permite la interacción visual entre ambos espacios.
“Hace unos años, muchos de nuestros clientes preferían cocinas abiertas para no sentirse aislados mientras cocinaban”, comenta Fayette Proper, de Nimú. Sin embargo, ahora se busca más independencia, no solo por los olores, sino porque no les gusta ver el desorden que genera cocinar. “La solución ideal es una cocina conectada visualmente, pero que se pueda cerrar cuando sea necesario”, añade Proper.
Cerramientos suaves y soluciones híbridas
El deseo de mantener la luminosidad y la amplitud que ofrecen las cocinas abiertas ha impulsado la creación de soluciones innovadoras. En Mondragón (Guipúzcoa), la interiorista Natalia Zubizarreta diseñó un cerramiento suave para una cocina, solicitado por los clientes que buscaban controlar los olores y ruidos. “El cerramiento acristalado nos permitió mantener la luz natural sin perder la independencia de la cocina”, comenta Zubizarreta.
Algunos estudios también han optado por soluciones híbridas, como en el proyecto Casa Nogal, del estudio Zooco, donde la cocina y el salón están separados visualmente, pero conectados mediante una mesa que funciona como comedor o área de trabajo. “El cliente deseaba espacios conectados, pero que pudieran ser utilizados de manera independiente”, explica Sixto Martín, cofundador del estudio.
El regreso a las cocinas cerradas
Mientras que algunas personas prefieren soluciones intermedias, otras optan por volver a un diseño más tradicional, con cocinas completamente cerradas. Esta elección a menudo responde a limitaciones estructurales o a los altos costos de mover instalaciones de agua y electricidad. En otros casos, es una cuestión de funcionalidad. Tal fue el caso de la renovación de la Casa Hope en Barcelona, realizada por Cierto Estudio. Las arquitectas decidieron mantener la cocina en su ubicación original, conectada al patio, ya que la distribución era ideal para la familia. “No queríamos alterar la esencia de la casa, diseñada por Antoni Roselló”, explica Anna Llonch, de Cierto Estudio.
Aunque la idea de la cocina abierta sigue siendo atractiva para muchos, la experiencia ha llevado a reflexionar sobre su verdadera funcionalidad en el día a día. Muchos clientes, aunque valoran el concepto y la estética de integración, ahora prefieren un equilibrio entre lo abierto y lo cerrado, buscando soluciones que combinen lo mejor de ambos mundos.
El debate sobre las cocinas abiertas sigue vigente. Aunque han dominado el diseño contemporáneo en los últimos años, su popularidad podría estar disminuyendo en ciertos casos. Las cocinas, como cualquier otro espacio del hogar, deben adaptarse a las necesidades y preferencias de sus habitantes. Cada vez más personas optan por un diseño flexible y personalizado que combine independencia y conexión de manera armoniosa.