
Las confesiones de dos antiguos miembros de ETA han sido clave en la investigación de la Audiencia Nacional, impulsando este 2024 el procesamiento de cuatro exlíderes de la banda por los asesinatos de Miguel Ángel Blanco y Francisco Arratibel.
Madrid, 23 de septiembre de 2024 – El pasado 23 de abril, la Audiencia Nacional fue escenario de un hecho significativo: dos antiguos miembros de la banda terrorista ETA decidieron romper su silencio y colaborar con la justicia. Ambos exterroristas, cuyas declaraciones fueron clave para la reapertura de casos de gran relevancia, expresaron su arrepentimiento y manifestaron estar “en deuda con la democracia”.
Bajo la protección del sistema judicial, estos antiguos miembros de ETA han ofrecido testimonios detallados sobre los crímenes cometidos por la organización, contribuyendo a esclarecer los hechos que rodean los asesinatos de Miguel Ángel Blanco, concejal del Partido Popular en Ermua, y del empresario guipuzcoano Francisco Arratibel. Estas declaraciones han permitido reactivar investigaciones que parecían estar en punto muerto y han llevado al procesamiento de cuatro antiguos jefes de la banda.
La colaboración con la justicia
El juez Manuel García-Castellón, quien dirigió el Juzgado Central de Instrucción 6 hasta su reciente jubilación, fue el encargado de llevar a cabo los interrogatorios a estos exmiembros de ETA. Uno de los testimonios más relevantes fue el de un etarra que, tras años de pertenencia a la banda, decidió colaborar con las autoridades españolas. En su declaración, admitió su participación en varias operaciones terroristas y ofreció detalles sobre la estructura interna de la organización.
El magistrado inició la sesión con un tono solemne, consciente de la importancia de lo que se estaba revelando. “Estoy en deuda con la democracia”, expresó el exterrorista, que ahora vive bajo una identidad protegida. Este sentimiento de arrepentimiento, que marcó la mayor parte de su testimonio, fue acompañado de información clave para el procesamiento de los responsables de varios crímenes cometidos por ETA durante los años más oscuros de su actividad.
El segundo testigo, también un antiguo miembro de ETA, declaró un día antes. Al igual que el primero, se mostró arrepentido por sus acciones y reconoció la brutalidad con la que la banda operaba en nombre de una causa que, con el tiempo, comenzó a rechazar. Su colaboración ha sido decisiva para esclarecer los hechos que llevaron a la trágica muerte de Miguel Ángel Blanco en julio de 1997, un asesinato que conmocionó a toda España y se convirtió en símbolo de la lucha contra el terrorismo.
Impacto de los testimonios
Gracias a las declaraciones de estos exterroristas, la Audiencia Nacional ha podido reconstruir parte de la cadena de mando de ETA que estuvo detrás de estos asesinatos. Entre los procesados se encuentran cuatro antiguos jefes de la banda, quienes habrían dado las órdenes directas para llevar a cabo los crímenes que ahora están bajo la lupa judicial.
El caso de Miguel Ángel Blanco, particularmente, ha sido uno de los que más repercusión ha tenido en la sociedad española. Blanco fue secuestrado el 10 de julio de 1997, y su asesinato, dos días después, desató una ola de manifestaciones en todo el país. La presión social y política tras su muerte supuso un punto de inflexión en la lucha contra ETA. Ahora, más de dos décadas después, los testimonios de estos antiguos miembros de la banda están ayudando a cerrar heridas abiertas y a buscar justicia para las víctimas.
Protección a los testigos y riesgos asumidos
Los exmiembros de ETA que deciden colaborar con la justicia enfrentan un alto nivel de riesgo, tanto para ellos como para sus familias. La organización, aunque debilitada tras su disolución en 2018, sigue manteniendo un núcleo duro de simpatizantes que rechaza cualquier intento de cooperación con las autoridades. Por esta razón, ambos testigos han sido incorporados al programa de protección de testigos, que garantiza su anonimato y su seguridad.
Este tipo de colaboraciones no son comunes en el contexto de ETA. A lo largo de los años, han sido pocos los exmiembros de la organización que han dado un paso adelante para colaborar de forma abierta con la justicia. Sin embargo, los recientes cambios en el panorama político y social, sumados al agotamiento de la violencia, parecen haber motivado a algunos de ellos a asumir esta responsabilidad.
Un proceso en curso
El procesamiento de los cuatro exjefes de ETA, cuyos nombres no han sido revelados por motivos judiciales, es solo el comienzo de un proceso judicial que podría sentar un precedente importante en la lucha contra el terrorismo en España. Los fiscales de la Audiencia Nacional están trabajando en la recolección de pruebas adicionales y esperan que el testimonio de estos antiguos miembros de ETA sea el punto de partida para nuevas investigaciones.
La decisión de estos exterroristas de colaborar con la justicia representa, además, un paso hacia la reconciliación y la reparación del daño causado a las víctimas. A pesar de que el camino hacia una justicia plena sigue siendo largo y complicado, cada paso en esta dirección es un avance para una sociedad que aún busca cerrar capítulos dolorosos de su historia.
Reflexiones finales
El testimonio de los dos etarras convertidos en testigos protegidos ha impulsado un proceso judicial que busca justicia por los crímenes cometidos por ETA. Estas confesiones no solo aportan luz sobre hechos que permanecían en la oscuridad, sino que también muestran la posibilidad de redención y el reconocimiento del error por parte de aquellos que alguna vez formaron parte de la violencia.
La colaboración con la justicia de estos exterroristas es un recordatorio de que el pasado de ETA sigue presente en la memoria de muchas víctimas y en la sociedad española. Sin embargo, también abre la puerta a la esperanza de que, algún día, se pueda alcanzar una verdadera paz, basada en la verdad y la justicia.