El caso de las violaciones en Mazan ha tenido un impacto significativo en la sociedad francesa, lo que ha impulsado la posibilidad de modificar la legislación sobre agresiones sexuales en el país. Gisèle Pelicot, una mujer de 71 años que fue drogada y abusada durante más de una década por su esposo, decidió hacer su juicio público, colocando el tema del consentimiento sexual en el centro del debate en Francia. Su marido, Dominique Pelicot, jubilado y residente en el sur de Francia, contactó a más de 50 hombres a través de internet para que abusaran de su esposa mientras ella permanecía sedada. En la actualidad, varios de esos hombres están siendo juzgados en el tribunal penal de Aviñón.
El caso ha llegado hasta los despachos gubernamentales. El pasado viernes, Didier Migaud, ministro de Justicia, respaldó la idea de reformar la definición de violación en el código penal francés para incluir la noción de consentimiento sexual explícito. Esta modificación ya había sido mencionada por el presidente Emmanuel Macron en marzo, quien manifestó su intención de que la reforma se aprobara antes de que finalizara el año. No obstante, el proceso se detuvo tras la disolución de la Asamblea Nacional en junio.
Confusión sobre el consentimiento en el juicio de Mazan
Uno de los aspectos más llamativos del juicio ha sido la confusión mostrada por algunos de los acusados sobre el consentimiento de Gisèle Pelicot. Durante el juicio, varios imputados afirmaron no estar seguros de si la víctima estaba participando voluntariamente en un “juego parafílico” o si realmente estaba siendo agredida sexualmente. A pesar de que Gisèle estaba sedada, ninguno de los acusados consideró necesario obtener su consentimiento antes de tener relaciones sexuales con ella. Este hecho ha evidenciado una preocupante falta de comprensión sobre la importancia del consentimiento en las agresiones sexuales.
Actualmente, el artículo 222-23 del código penal francés define la violación como “cualquier acto de penetración sexual, sea cual sea su naturaleza, o cualquier acto buco-genital, cometido sobre otra persona o sobre el autor mediante violencia, coacción, amenaza o sorpresa”. Sin embargo, no se menciona explícitamente la necesidad de un consentimiento afirmativo. Desde el surgimiento del movimiento #MeToo en la década de 2010, el consentimiento ha tomado mayor relevancia, colocándose en el centro del debate sobre los delitos sexuales.
Países europeos que ya han adoptado el consentimiento explícito
Francia no es el único país europeo que está considerando un cambio en su legislación para incluir el consentimiento sexual explícito. Suecia fue uno de los primeros en implementar una ley en 2018 que establece que cualquier acto sexual sin consentimiento explícito constituye una violación, incluso si no existe violencia o amenaza. España también aprobó en octubre de 2022 una legislación similar que requiere un consentimiento explícito para que las relaciones sexuales sean legales. Otros países como Grecia y Dinamarca han seguido este camino, adoptando definiciones más estrictas sobre la violación en relación con la ausencia de consentimiento.
En Francia, aunque el proceso legislativo ya había comenzado, quedó detenido tras la disolución de la Asamblea Nacional. Sin embargo, el juicio de Gisèle Pelicot ha reavivado el debate, y algunos opinan que esto podría acelerar el cambio en la legislación. Este juicio no solo ha sido emocional y socialmente significativo, sino que también ha impulsado a Francia a avanzar en la protección contra las agresiones sexuales.
Un juicio público y sin precedentes
Previo al inicio del juicio, Gisèle Pelicot decidió que las sesiones fueran públicas, una decisión poco común en casos de agresiones sexuales en Francia, donde los procesos suelen realizarse a puerta cerrada para proteger a las víctimas del estigma social. En este caso, Pelicot optó por permitir que la prensa tuviera acceso total al juicio y que informara diariamente sobre lo que ocurría en la sala. Su abogado explicó que la víctima deseaba “trasladar la vergüenza”, permitiendo que fueran los acusados quienes enfrentaran la presión de la exposición pública.
Esta decisión ha tenido un impacto considerable, ya que ha permitido que la sociedad francesa tome mayor conciencia sobre la gravedad de las agresiones sexuales y sobre las carencias en los mecanismos de protección para las víctimas. Además, ha puesto de manifiesto la necesidad de reformar la legislación para incluir el consentimiento explícito como un requisito central en la definición de violación.
El desafío de la sumisión química
Otro tema crucial que ha surgido durante el juicio ha sido el uso de sedantes para anular la voluntad de la víctima, conocido como sumisión química. En el caso de Gisèle Pelicot, los peritajes revelaron la falta de recursos en el sistema de salud pública francés, particularmente en la atención primaria, para detectar este tipo de agresiones. Durante los años en que fue drogada por su esposo, Pelicot experimentó pérdida de memoria, alopecia y episodios de depresión, pero ninguno de los médicos que la atendió logró identificar lo que estaba ocurriendo.
Este caso ha puesto en evidencia la necesidad de mejorar los recursos médicos para detectar casos de sumisión química y ofrecer una mayor protección a las víctimas. Asimismo, ha subrayado la importancia de tener una definición más clara del consentimiento en la legislación francesa para asegurar que estos delitos no queden impunes y que las víctimas reciban justicia.
El juicio de Mazan y la historia de Gisèle Pelicot han marcado un hito en el debate sobre las agresiones sexuales en Francia, aumentando la presión para modificar el código penal y reforzar la protección de las víctimas.