
El Banco Central Europeo (BCE) ha implementado una nueva reducción de 25 puntos básicos en los tipos de interés, marcando la segunda vez consecutiva que realiza este ajuste, algo que no ocurría desde la crisis del euro hace más de una década. Con este movimiento, el tipo de depósito se sitúa en el 3,25%, un nivel que no se había registrado en los últimos 16 meses. La decisión fue tomada tras una reunión del Consejo de Gobierno del BCE en Eslovenia, motivada por una caída en la inflación y el creciente temor a una desaceleración económica en la zona euro.
Este nuevo recorte se suma a los ajustes realizados en junio y septiembre de este mismo año, y forma parte de la estrategia del BCE para contrarrestar la desaceleración en la inflación, que actualmente se encuentra en el 1,7%, por debajo del objetivo del 2% fijado por la entidad. A pesar de la moderación en los precios, el crecimiento económico sigue siendo débil, con un crecimiento marginal del 0,3% en el primer trimestre de 2024 y del 0,2% en el segundo.
En su comunicado oficial, el BCE hizo hincapié en las “sorpresas a la baja” en los indicadores de actividad económica, indicando que la preocupación se está desplazando de la inflación hacia el debilitamiento del crecimiento económico en la región. El Consejo de Gobierno del BCE tomó esta decisión de manera unánime, subrayando la necesidad de ajustar la política monetaria en función de la evolución económica.
Christine Lagarde, presidenta del BCE, reconoció que la caída de la inflación ha sido más rápida de lo previsto. Aunque celebró los avances en la lucha contra la inflación, advirtió sobre los riesgos que todavía persisten, como el aumento de salarios, las posibles tensiones comerciales, y la volatilidad en los precios de la energía debido a las crisis geopolíticas, particularmente en Ucrania y Oriente Medio.
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La economía de la eurozona ha mostrado signos de fragilidad en 2024, con un débil crecimiento y señales de desaceleración en el mercado laboral. A pesar de que el desempleo sigue en mínimos históricos del 6,4%, los indicadores de empleo, como la tasa de vacantes laborales, han mostrado un deterioro. Lagarde también destacó que los sectores de servicios y manufactura están experimentando una desaceleración, lo que contribuye a la preocupación sobre el futuro crecimiento económico en la región.
Francia y Alemania, tradicionalmente los motores económicos de la zona euro, se encuentran en una situación complicada. Alemania, en particular, está al borde de una posible recesión, mientras que Francia ha perdido impulso tras el efecto de los Juegos Olímpicos de París. No obstante, Lagarde fue categórica al afirmar que no se prevé una recesión para toda la eurozona, y subrayó que las dificultades de Alemania no necesariamente reflejan la situación de todos los países del bloque.
Las tensiones geopolíticas, como la guerra en Ucrania y los conflictos en Oriente Medio, han influido en las decisiones del BCE. En septiembre, el aumento de los precios del petróleo generó preocupación sobre su posible impacto en la inflación, aunque la volatilidad no fue suficiente para cambiar significativamente los mercados energéticos. Aun así, Lagarde advirtió que las tensiones podrían resurgir y tener un efecto considerable en la economía global.
En un discurso reciente en Eslovenia, Lagarde señaló que el orden mundial está cambiando, con el comercio fragmentado reemplazando al comercio abierto y las reglas multilaterales cediendo paso a una competencia impulsada por subsidios estatales. Estos factores estructurales, ajenos al control del BCE, añaden complejidad a las decisiones sobre política monetaria.
El BCE ha adoptado una postura más flexible que otros bancos centrales importantes. Mientras que el BCE ha realizado tres recortes consecutivos de 25 puntos básicos en cuatro reuniones, el Banco de Inglaterra solo ha hecho un ajuste similar en tres reuniones, y la Reserva Federal de Estados Unidos ha sido más agresiva, con un recorte de 50 puntos básicos en ese mismo período. La facción conocida como las “palomas”, que aboga por una política monetaria más expansiva, ha predominado sobre los “halcones”, quienes favorecen un enfoque más restrictivo.
En conclusión, el BCE ha adoptado una estrategia clara para enfrentarse a las debilidades económicas de la zona euro, pero, como reconoció Lagarde, el camino hacia la recuperación económica sigue siendo incierto.