El secretario general de Hezbolá, Hasan Nasralá, falleció este viernes como resultado de un bombardeo israelí en los alrededores de Beirut. Nasralá, una de las figuras más influyentes del Líbano y de la política en Oriente Medio, se encontraba en un refugio cuando fue alcanzado, según confirmaron fuentes oficiales libanesas. Su muerte ha provocado una inmediata ola de reacciones en Líbano y en la región.
El liderazgo de Nasralá y la evolución de Hezbolá
Nacido en 1960 en los suburbios del sur de Beirut, Nasralá tomó el liderazgo de Hezbolá en 1992, tras el asesinato de su antecesor, Abbas al-Musawi, en un ataque israelí. Bajo su mando, Hezbolá pasó de ser una milicia a consolidarse como un actor político de gran peso en el panorama libanés. En 2006, durante la guerra de 34 días con Israel, Nasralá se convirtió en una figura venerada en el mundo árabe por su capacidad para resistir al ejército israelí.
Durante más de tres décadas, Nasralá fortaleció la presencia de Hezbolá en las instituciones del Líbano, participando en varios gobiernos y asegurando influencia en áreas clave del país. Esta expansión política provocó tensiones con otras facciones, que criticaron a Hezbolá por usar su fuerza militar para presionar y condicionar decisiones gubernamentales a su favor. No obstante, para gran parte de la comunidad chií, Nasralá representaba la resistencia contra la ocupación israelí y las interferencias extranjeras.
Un líder respetado en los ámbitos espiritual y político
Nasralá, quien portaba el turbante negro de los clérigos chiíes descendientes del profeta Mahoma, era conocido como un “sayyed”, título de respeto dentro de su comunidad. Su liderazgo iba más allá de lo político, siendo también una figura religiosa que representaba las aspiraciones de la población chií libanesa y se erigía como defensor de los más vulnerables.
Bajo su dirección, Hezbolá no solo combatió a Israel, sino que también se consolidó como una influyente fuerza política, aprovechando las crisis internas del Líbano. Nasralá tejió alianzas clave tanto a nivel local como internacional, logrando el apoyo de Siria e Irán, países que respaldaron al grupo financieramente y militarmente. Esta red de alianzas hizo de Hezbolá un actor clave en la región, lo que a su vez aumentó las tensiones con Israel.
Conflicto persistente con Israel
La relación entre Hezbolá e Israel, desde su fundación en los años 80, estuvo marcada por una constante enemistad. Nasralá era conocido por su discurso firme contra Israel y no dudó en amenazar con acciones militares para proteger los intereses de su organización. En el año 2000, Hezbolá jugó un papel decisivo en la retirada de las tropas israelíes del sur de Líbano, un evento que Nasralá celebró como una victoria.
El conflicto más grave entre ambos tuvo lugar en 2006, durante la Segunda Guerra del Líbano, que causó miles de muertos y grandes destrozos en la región. Aunque las tensiones continuaron desde entonces, ambas partes evitaron un conflicto de gran escala. No obstante, en los últimos meses, la situación se deterioró con intercambios de amenazas y movimientos militares en la frontera.
El ataque que acabó con la vida de Nasralá
El bombardeo que resultó en la muerte de Nasralá ocurrió en la madrugada del viernes, cuando aviones israelíes atacaron objetivos en los alrededores de Beirut. Según fuentes del ejército israelí, el objetivo era eliminar a líderes clave de Hezbolá que, según informes de inteligencia, estaban preparando una ofensiva contra Israel. Aunque los detalles del ataque siguen siendo confusos, se confirmó que Nasralá se encontraba en un búnker cuando fue alcanzado por los misiles.
Hasta el momento, el gobierno israelí no ha emitido un comunicado oficial sobre el ataque. Sin embargo, fuentes militares citadas en medios locales señalaron que la operación era parte de una estrategia para debilitar la capacidad militar de Hezbolá en medio de una escalada de violencia en la frontera sur del Líbano.
Reacciones y consecuencias inmediatas
La noticia de la muerte de Nasralá ha provocado conmoción en Líbano y en toda la región. Miles de personas se congregaron en los barrios del sur de Beirut, un bastión de Hezbolá, para mostrar su luto y apoyo al movimiento. Aunque los líderes del grupo no han emitido declaraciones formales hasta el momento, se espera un comunicado oficial en las próximas horas.
Irán, el principal aliado de Hezbolá, condenó enérgicamente el ataque, describiéndolo como un “acto de agresión” y advirtiendo sobre posibles represalias. El líder supremo iraní, Ali Jamenei, lamentó la muerte de Nasralá, calificándolo como “un mártir de la resistencia islámica”.
Diversos actores internacionales han expresado su preocupación por las posibles consecuencias de este ataque. Naciones Unidas ha instado a ambas partes a mantener la calma y evitar una escalada que podría desatar un nuevo conflicto en una región ya convulsionada por múltiples crisis.
La situación en Líbano, que ya se encuentra en una profunda crisis económica y política, podría agravarse aún más tras la muerte de Nasralá. Hezbolá sigue siendo un actor central en la política libanesa, y la respuesta del grupo a este ataque podría tener repercusiones significativas tanto a nivel nacional como regional.
El legado de Hasan Nasralá
Pese a las controversias que marcaron su carrera, Hasan Nasralá será recordado como uno de los líderes más importantes en la historia reciente del Líbano. Su capacidad para transformar a Hezbolá de una milicia insurgente en una poderosa fuerza política con influencia en el gobierno libanés, así como su firme resistencia frente a Israel, definirán su legado. El futuro de Hezbolá y las repercusiones de su muerte en la región aún son inciertos.